Hoy, martes 9 de Septiembre, me levanté
con ganas de ser alguien. Empujé la
puerta de mi cuarto, tomé el
desayuno lo más rápido que pude y saqué
toda la flojera que tenía en mí. Supe,
de inmediato, que había decidido lo más importante: ir a buscar un libro que
cambiase mi vida. Llegué a la biblioteca, la más cerca de mi casa, y observé un mundo de libros de tantas
categorías que no sabía que realmente escoger.
En medio de la duda, de hojas escritas, de personas extrañas, de la nada,
a mi parecer, vino una persona, se puso al lado, y me dijo unas palabras que
nunca olvidaré.
No creo que existan ese
tipo de libros que te enseñarán a ser mejor cada día. Ninguno de estos te enseñarán lavar ese corazón impuro de
deseos inmorales, de conocimientos irrespetuosos y de conductas que dañan a tus
más cercanos, tus padres, sumado, los inocentes que mataste ayer. Estas
carátulas no te enseñarán a mostrar
una mejor faceta de ti, no podrás
cambiar tu presentación ante los demás, porque todos te reconocerán y sabrán
quién eres realmente. Ni te enseñarán
a cambiar otra identidad, nacionalidad y profesión, ya que siempre estará
presente las maldades que cometiste e hiciste por tu placer irradiante de
obtener sangre. Los textos, las imágenes y los párrafos; por último, no te enseñarán a reescribir tu historia, ni a cambiar alguna palabra que quieres desaparecer,
porque en tu interior, en lo más profundo, tu biblia ya está escrito con tintas
de color rojo y negro.
Asustado, nervioso,
temeroso y ansioso voltié para mirar al sujeto que
me había dicho esas palabras tan duras. Lo que vi no fue lo que esperé: a mi
costado solo había un humo transparente que salía del conducto de ventilación. En
mi corazón y mente quise saber quién era, tal vez fue una mujer, hombre, niño, joven, anciano o, simplemente, mi imaginación.
Dejé de lado eso y seguí buscando, cogiendo,
leyendo, manoseando centenares de libros, viejos como nuevos, hasta que de nuevo escuché la voz….
No creo que existan ese tipo de libros que te harán olvidar los
amores que traicionaste en el pasar de toda tu vida como a la bellísima Fátima, que te la tiraste en una noche de color
rosa y a los dos meses la dejaste embarazada y abandonada; a Stephanie, sabiendo
que te perdonaba, la mataste por el arrepentimiento de contarle tus siniestros
crímenes; a Lucía, que le pegaste por haberte robado un beso, y en fin, a toda
mujer que se te cruzó en tu camino y que para ellas dejaste solo dolor y
problemas.
De nuevo esa voz. Siento
molestia. Sin saber qué hacer pensé y
volví a pensar para encontrar respuesta. Cerré los ojos. ¿Quién me habla? ¿Lo
golpeo? Quiero estar solo. Ya no quiero ningún libro. Déjame en paz. Sólo existe
en mi mente. Los abrí después de un lapso. Y de nuevo, escuché la voz.
No creo que existan ese
tipo de libros que te hagan olvidar esta voz. Día a día, noche tras noche, año tras año y
en todas tus vidas estará presenta la sintonía, melodía y ritmo de esta canción. Así mueras y
revivas, y luego mueras por pedir paz, reencarnarás de nuevo, porque yo soy tú,
y yo soy tú….
Por un momento, lo comprendí. Sentí una espada helada en mi alma. Esa
voz, era mi conciencia.
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